Todos somos conscientes de que el tiempo es algo determinante en nuestras vidas. El tiempo es como el tic tac de un reloj, ese sonido tan incómodo que te saca de quicio y te empuja a quitarle las pilas para así poder dormir en paz. El tiempo desgraciadamente nunca te deja vivir en paz, pues dicta cada instante, te indica los minutos que te quedan bajo la ducha o bajo las sábanas de tu cama, es el que te obliga a acelerar el ritmo de vida pues siempre llegas tarde; a clase, al trabajo, a casa, a una cita… siempre llegamos tarde, y si llegamos pronto, es porque hemos estado tan pendientes del tiempo que finalmente hemos terminado por rendirnos a sus pies.
¿Cómo podemos clasificar el conocido tiempo? Podríamos decir que existen dos tipos de tiempo: el que perdimos y el que nos queda.
El que perdimos no merece la pena explicarlo, pues todos lo conocemos. Cuántas veces querríamos volver hacia atrás para revivir un momento exacto en el que algo especial ocurrió. Siempre andamos pensando en el pasado, recordando buenos momentos algunas veces, malos otras tantas, pero la palabra perdido lo dice todo.
El tiempo que nos queda… ¿el que nos queda para qué? Es aquí donde surge el problema, tiempo a corto y largo plazo. Tiempo para terminar de leer un libro, tiempo que nos queda para ver a un amigo que vive fuera, tiempo para terminar la carrera, para encontrar trabajo, para formar una familia, hasta para abandonar el mundo. Tiempo en segundos, minutos, horas, días, bla bla y así hasta llegar a años. Dos años, siete, diez, treinta, quién sabe. Pero siempre calculamos el tiempo que nos queda para todas las acciones que queremos llevar a cabo.
Esta mañana una compañera de clase me ha confesado que anda estresada porque todavía le quedan por delante dos años en la universidad y ella ansía trabajar, cree que el tiempo se le acaba. Yo optimista como pocas veces, he tenido que hacer de madre sabia y exponerle los problemas con los que los jóvenes nos encontramos actualmente.
Es cierto que con el paso del tiempo el introducirse en el mundo laboral se ha ido dificultado, se han ido imponiendo barreras cada día más altas y gruesas, imposibles de escalar por alguien inexperto como ella o yo.
La crisis económica nos empuja hacia atrás y nos invita cortésmente a olvidarnos del trabajo por unos años, nos hace entender que la especialización, los idiomas, los másters, etc, son las claves para el futuro; y yo me pregunto ¿es realmente necesario o simplemente una táctica para no aumentar las cifras de jóvenes que no encuentran trabajo en nuestro país? Quieren que sigamos estudiando, que no perdamos el tiempo buscando trabajo, un trabajo que nuestros padres consiguieron con facilidad pero que hoy en día, a esta edad, es imposible tener.
El tiempo que nos queda para alcanzar nuestras metas se multiplica por mil por cada minuto que pasa, el camino por recorrer cada día se ensancha y se alarga, como un chicle, que en cualquier momento perderá el sabor. Y somos nosotros quienes de tanto masticar terminamos perdiendo el sabor, ese sabor que es similar a las ganas de adelantar por la izquierda a todos aquellos que prefieren contar los minutos que quedan para que empiece un partido de fútbol en vez de contar los años que quedan para poder encontrar un trabajo.
Pensadlo bien, pues la crisis le está cogiendo gusto a esto de robarnos el tiempo que nos queda, y a estas alturas, no hay tiempo que perder.
Me encanta leer esto recién levantado, pues es algo que hablé ayer con un buen y reciente amigo. A día de hoy la sociedad se ha obsesionado siempre con lamentarse por las ocasiones pérdidas y a temer por el mañana. Pero nos olvidamos de que el tiempo va a pasar igual, de que el mañana llegará antes de lo que esperamos y de que el presente que hoy se infravalora es el ansiado futuro de ayer y el pasado que echaremos de menos mañana. Al fin y al cabo, solo el tic-tac del reloj mueve el tiempo y solo el toc-toc de tus tacones, que sostienen piernas más peligrosas que muchas pistolas, puede pararlo.
ResponderEliminarMás que interesante enfoque entre la Crisis Económica y la brutal pérdida de tiempo que ella provoca.
ResponderEliminarDespués de leer el texto me viene a la cabeza eso de "La Muerte está tan segura de vencernos que nos da una vida de ventaja".
Me quedo con una frase en la que aparecen dos ideas que, en mi opinión, resumen mucho lo que está pasando:
"La crisis económica nos empuja hacia atrás y nos invita cortésmente a olvidarnos del trabajo por unos años..."
La situación económica nos empuja hacia atrás y de verdad. Leí hace poco que nuestra generación vivirá peor que la de nuestros padres. Algo que se está empezando a ver con un 44% de paro juvenil y el infierno que supone conseguir trabajo. Esto unido a la cantidad de pensiones que habrá que pagar debido a la morfología de la pirámide de población provocará un recorte histórico en servicios sociales y un aumento de la edad de jubilación. Probablemente España se transforme en un país emigrante.
Por otra parte, me llama la atención que, al hacer referencia a la Crisis Económica, involuntariamente se le trate como una catástrofe natural. La Crisis Económica no es para nada el suceso incontrolable y sobrehumano que nos intentan vender.
La Crisis tiene responsables. Desde las agencias de calificación sobornadas por entidades financieras, pasando por todo aquel que intentó vivir por encima de sus posibilidades hasta los inútiles que gobiernan con ideas tan brillantes como construir un aeropuerto en cada provincia o coser España con un AVE tan innecesario como insostenible.
Como comentan por ahí arriba el futuro pinta negro, pero seguramente aún esté más en nuestras manos de lo que parece, es el momento de sacar lo mejor de cada uno y, como ironiza el último párrafo, sin tiempo que perder.
Carlos Ayela
Hola! He visto tu Blog y es sencillamente genial
ResponderEliminarTe sigo, ¿Devuelves?.
Besitos! ♥
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