Te espero ansiosa, con ganas, dispuesta a enfadarme y pelearme una vez más.
Agradezco tu sinceridad aunque duela y esa mirada que me dice lo egoísta que soy al quererlo todo.
Gracias por enseñarme que las promesas no valen nada si no las cumples y que las palabras se las lleva el viento.
Que al fin y al cabo tú eres tú y yo soy yo y que nada cambiará. Que seguirás ahí por kilómetros que recorras y que serás tú el que me diga diariamente que el mundo está ahí fuera a pesar de que tenga un universo particular metido en la cabeza.
Gracias por quitarme el vendaje y enseñarme que por claras que sean mis ideas, no siempre estoy en lo cierto.
Hola Ana, tu texto pinta de cuerpo entero a las mujeres de todas partes del mundo, habra sido siempre asi o fue el fenomeno de la globalización.
ResponderEliminarDesde Argentina te envio un beso y seguire leyendote.