Seguro que tú también has jugado alguna vez a inventar vidas ajenas al compás de la música que suena en tu reproductor mientras estás sentado en el autobús.
El trayecto es largo y hay tanta gente que empiezas a pensar… mmm esa señora que tiene cara de estrés seguro que está preocupada porque la tienda de precio único va a cerrar pronto, y aquel inglés que mira extraño por la ventana no se entera de que se ha equivocado de línea y que muy probablemente tarde horas en llegar a su destino. Y esos abuelitos que cargan infinidad de bolsas de la compra se van a casa pronto porque el calor empieza a ser asfixiante. Y luego está esa mujer con tres hijas, una todavía dentro de la barriga, cansada, con mil ojos puestos en las pequeñas rubias que arman follón en el autobús. Tiene que llegar pronto a casa porque tiene que hacer la comida, su marido está al caer y a las 4 tiene reunión de trabajo en el centro.
Algunos van con prisa, otros en cambio vamos relajados, jugando a inventar historias de vidas que jamás conoceré.
Cuando llego a mi parada y camino a casa me pregunto ¿habrá jugado alguien a inventarse mi historia? ¿Qué nombre me habrán puesto?
¿Se preguntarán por qué había cogido ese autobús y por qué me había parado en ese lugar? ¿ Y cuál era mi destino?
¿Se preguntarán por qué había cogido ese autobús y por qué me había parado en ese lugar? ¿ Y cuál era mi destino?
Muchas veces me centro en la vida de los demás sin darme cuenta de que ahí fuera puede haber alguien que dedique unos minutos a centrarse en la mía.
Creo que mañana cuando me suba al autobús me dedicaré a mirar a todos los pasajeros y pensaré... ¿cuál de ellos estará inventando mi historia?
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